Una manera de garantizar la disponibilidad de granos y semillas tanto en cantidad como con la oportunidad y calidad requeridas, es concentrar la producción en lugares estratégicamente seleccionados.
La poscosecha se refiere al manejo adecuado para la conservación de diversos productos agropecuarios, con el fin de determinar la calidad y su posterior comercialización o consumo.
Los objetivos de la poscosecha son los siguientes:
Mantener la integridad física y calidad de los productos
Preservar los productos por tiempos prolongados para evitar que se dañe su calidad nutritiva y su valor comercial.
Un buen manejo del sistema de poscosecha, incluye la realización de prácticas de acondicionamiento del producto, como secado, limpieza, selección, clasificación, almacenamiento y control de plagas, las cuales se efectúan a partir del momento de su recolección en el campo y hasta su comercialización.
Cabe destacar que si existe un almacenamiento inapropiado –mal secado, enfermedades o una sobrepoblación de insectos–, las pérdidas de la semilla o grano se aceleran y de ahí, la importancia de utilizar métodos de preservación libres de químicos que no logren hacer más resistentes a los insectos.
Una alternativa, para reducir el impacto al medio ambiente y a la salud del agricultor y del consumidor, es el empleo de las tecnologías herméticas que no requieren de altos costos de inversión ni de formación. El silo metálico, la bolsa plástica, el tambo plástico o las lonas flexibles son ejemplos de las tecnologías eficientes, siempre y cuando se utilicen de una forma adecuada.
En México no existen cifras precisas que indiquen el volumen de pérdida de granos y semillas en la poscosecha; sin embargo, se estima que anualmente se pierde entre el 5 y el 25 por ciento de la producción total de maíz, trigo y frijol, principales granos básicos del país.
Cualquier plan de fertilización, se establece con la finalidad de alcanzar una serie de objetivos, destacando entre estos el de alcanzar un mayor rendimiento de cosecha, con el menor gasto posible.
Además, los fertilizantes líquidos son los mejores para reponer la materia orgánica del suelo, no degradando la vida del mismo ni acabando con los microorganismos de las plantas, lo que favorece la proliferación de la flora microbiana que reestructura el equilibrio del suelo.
Con información de Sagarpa