Es una tradición colocar un árbol de Navidad en sus hogares, pero muchas veces deciden adquirir uno artificial por la creencia de que los naturales promueven la deforestación o la tala ilegal.
Si se adquiere un árbol de Navidad de una plantación forestal mexicana, este trae consigo muchos beneficios ambientales, económicos y sociales.
¿Y cuáles son estos beneficios?
Estos árboles son producidos por personas del medio rural, en terrenos que fueron degradados por actividades agropecuarias o bien, en donde es muy complicado sembrar. Al plantarlos, se recuperan los servicios ambientales de las tierras, por ejemplo, durante el tiempo que están en la plantación - entre 5 y 10 años – sirven de refugio para algunos animales, recuperación del suelo y, sobre todo, capturan el dióxido de carbono y liberan oxígeno.
Una vez que los árboles cultivados alcanzan su tamaño para ser comercializados, y se cosechan, se planta otro.
Se recomienda que al terminar la temporada navideña, los árboles sean llevados a centros de acopio para ser triturados y devueltos a la tierra en forma de abono.
Otra bondad es que mientras los arbolitos están en su ciclo de crecimiento, fungen como reguladores del clima y mantienen el ambiente fresco en la plantación, sin dejar de lado la gran belleza escénica que proveen y que también es aprovechada para realizar actividades de ecoturismo.
Para la parte social, la mayoría de las plantaciones de árboles de Navidad, se encuentran localizadas en comunidades rurales, por ello es que este modelo de negocios representan oportunidades no solo para las personas dueñas de la plantación sino también para las y los habitantes de la comunidad, pues se ven beneficiados por las familias que visitan estos sitios para adquirir su árbol y que igualmente disfrutan de actividades ecoturísticas.
Cuando llevas un árbol natural a tu hogar, se puede percibir un agradable aroma tal como si estuvieras en el bosque.
Mitos y realidades
Uno de los mitos más escuchados y replicados respecto a los árboles de Navidad, es que estos son extraídos de bosques naturales, pero como se mencionó anteriormente, para este fin existen las plantaciones forestales comerciales en donde todo el año se preparan para la temporada decembrina, con el cuidado y podado necesarios para darles la forma cónica que conocemos.
Estos árboles fueron plantados, cultivados y cosechados con ese fin, y si lo prefieres, en algunos sitios se puede adquirir un árbol natural en maceta que posteriormente puedes regresar a la plantación o plantar en tu jardín.
Otro mito es que comprar un árbol artificial contamina menos por las veces que se reutilizará; sin embargo, estos adornos que en su mayoría son importados y de plástico, tardarán alrededor en 500 años en desintegrarse, además de que generan una importante huella de carbono en su transportación, mientras que uno natural mexicano, durante su vida brindó servicios ambientales y al cumplir su ciclo, regresa a la tierra como composta.
Las personas productoras beneficiadas en México utilizan para estas plantaciones el Pinus con un 87 por ciento, el cual gusta mucho por su forma, color y aroma; Pseudotsuga (abetos) que ocupa un ocho por ciento; y el cinco por ciento restante corresponde al género Abies (oyameles).
Las especies que más se cultivan son: Pinus ayacahuite (pino blanco); Pseudotsuga menziesii (abeto o pinabete); Abies religiosa (oyamel); Pinus greggii (pino prieto); Pinus cembroides (pino piñonero);Picea sp. (picea); Cupressus lindleyii (cedro blanco); y otros como el Chamaecyparis (ciprés de Lawson) y Thuja (tuya).
Con información de SADER