En los inicios de la agricultura ya se realizaba la selección de semillas para cultivo, e incluso se almacenaban con el fin de asegurar la siembra del ciclo siguiente.
A través de la historia y hasta hoy en día, los agricultores necesitan plantas que se adapten al entorno en que cultivan y a las prácticas de siembra utilizadas, por lo que siendo la semilla el insumo principal es necesario que cuente con un registro de variedades que permita a los productores tener una amplia gama donde puedan elegir, ya sea variedades de uso común, variedades tradicionales o nuevas variedades, estas últimas resultado de procesos de mejoramiento genético para obtener mayor rendimiento, mayor calidad o mayor resistencia a las plagas y las enfermedades,
El registro de variedades es imprescindible para fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico, así como para abonar a los esfuerzos por alcanzar una autosuficiencia alimentaria, rescatar al campo e impulsar la reactivación económica, el mercado interno y el empleo.
Para obtener el registro de una variedad, esta debe cumplir con ciertos criterios, por ejemplo, debe de ser diferente a toda otra variedad notoriamente conocida, homogénea, es decir todas las plantas, producto de esta variedad, deben presentar cualidades idénticas, y estable: la variedad debe de conservar sus características a través de los diferentes ciclos de reproducción.
Por la importancia que reviste este proceso, no se debe detener, por lo que, en el marco de la contingencia sanitaria por COVID-19, los procesos se apegan estrictamente a las recomendaciones emitida por la Secretaría de Salud
El Registro de Variedades Vegetales, desempeña un papel importante en el sector agrícola; es la columna vertebral del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas
Fuente: SADER